Allí donde queremos estar
y a donde no llegamos.
Allí donde los pasos
no son para nada certeros.
En ese lugar deseado:
esas manos
esos brazos
en aquel bar que hace esquina
en una habitación
con vistas al mar.
En el pecho de algún desconocido,
en las cimas
más altas.
Caminamos
y aún así no llegamos.
Jamás lo hacemos.
Las huellas
parecen borrarse en el camino
con nuestros miedos
con nuestras inseguridades,
¿Qué nos pasa?
¿Cuándo dejamos de andar?
Caminantes...volvamos a empezar,
aún quedan huellas por dibujar.
"Pero no tengas miedo a que nadie te recuerde: la poesía jamás te olvidará" Elvira Sastre
viernes, 17 de abril de 2015
viernes, 10 de abril de 2015
Brotar de nuevo
Sobrecógete en otros brazos,
báñate en la paciencia
quiere ese nuevo amor,
no lo rompas.
Pero hazlo por ti,
date la oportunidad, amor
sé que ahí
donde elijas estar
vas a saber brotar de nuevo.
No sufras,
pues jamás olvidarán
mis palabras
cómo las haces brotar,
cómo les das sentido
en un trozo de papel.
Ellas llevan tu nombre,
yo
tu recuerdo.
báñate en la paciencia
quiere ese nuevo amor,
no lo rompas.
Pero hazlo por ti,
date la oportunidad, amor
sé que ahí
donde elijas estar
vas a saber brotar de nuevo.
No sufras,
pues jamás olvidarán
mis palabras
cómo las haces brotar,
cómo les das sentido
en un trozo de papel.
Ellas llevan tu nombre,
yo
tu recuerdo.
Nuestros propios demonios
Algunos demonios se esconden
en recónditos lugares de nosotros mismos.
Se asoman despacio,
sin darnos cuenta,
mofándose de nuestra ignorancia.
Deben ser las personas que nos rodean
las que adviertan de su presencia,
las que hagan que se marchen
con su maldad.
No siempre funciona.
Algunos encuentran un eterno hogar
en cuerpos que aún creen
estar vacíos.
¿Cómo combatir esta maldad
que se esconde
tras un cuerpo amado?
¿Cómo apartarlo
de nuestras vidas?
¿Dónde quedan
los límites de nuestra sensatez?
Tal vez nuestra razón y bondad
también emprendan
sus propios caminos hacia cuerpos
destinados
a
encontrarse. Algunos demonios se esconden
en recónditos lugares de nosotros mismos.
Se asoman despacio,
sin darnos cuenta,
mofándose de nuestra ignorancia.
Deben ser las personas que nos rodean
las que adviertan de su presencia,
las que hagan que se marchen
con su maldad.
No siempre funciona.
Algunos encuentran un eterno hogar
en cuerpos que aún creen
estar vacíos.
¿Cómo combatir esta maldad
que se esconde
tras un cuerpo amado?
¿Cómo apartarlo
de nuestras vidas?
¿Dónde quedan
los límites de nuestra sensatez?
Tal vez nuestra razón y bondad
también emprendan
sus propios caminos hacia cuerpos
destinados
a
encontrarse.
en recónditos lugares de nosotros mismos.
Se asoman despacio,
sin darnos cuenta,
mofándose de nuestra ignorancia.
Deben ser las personas que nos rodean
las que adviertan de su presencia,
las que hagan que se marchen
con su maldad.
No siempre funciona.
Algunos encuentran un eterno hogar
en cuerpos que aún creen
estar vacíos.
¿Cómo combatir esta maldad
que se esconde
tras un cuerpo amado?
¿Cómo apartarlo
de nuestras vidas?
¿Dónde quedan
los límites de nuestra sensatez?
Tal vez nuestra razón y bondad
también emprendan
sus propios caminos hacia cuerpos
destinados
a
encontrarse. Algunos demonios se esconden
en recónditos lugares de nosotros mismos.
Se asoman despacio,
sin darnos cuenta,
mofándose de nuestra ignorancia.
Deben ser las personas que nos rodean
las que adviertan de su presencia,
las que hagan que se marchen
con su maldad.
No siempre funciona.
Algunos encuentran un eterno hogar
en cuerpos que aún creen
estar vacíos.
¿Cómo combatir esta maldad
que se esconde
tras un cuerpo amado?
¿Cómo apartarlo
de nuestras vidas?
¿Dónde quedan
los límites de nuestra sensatez?
Tal vez nuestra razón y bondad
también emprendan
sus propios caminos hacia cuerpos
destinados
a
encontrarse.
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