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lunes, 9 de octubre de 2017

Somos

Somos viaje,
ése que hicimos un mayo del año pasado
y que nos enseñó que una frontera
es sólo un invento del egoísmo.
Ese libro que leímos en el metro
y que fue el culpable
de que acabarás
al otro lado de la ciudad
mientras seguías perdida en otra historia.
La canción que sonó de fondo
el día que le vimos pasar,
los cuerpos que amamos una noche
y los que quisimos amar todas ellas.


Somos esa conversación
en el bar de la esquina (cerveza en mano),
ese amigo que más que amigo es parte
de ti,
y al que te llevarías a la luna y a Marte y a París.


Somos los pedazos de ese desamor,
sus lágrimas
y el alcohol que (no) curó,
pero que pareció comprender.


Somos las personas que están,
pero sobre todo las que se marcharon.
El brindis que les dedicamos,
nuestros logros
y esa hostia que nos dimos,
pero que hoy relatamos con una sonrisa.


Somos la lucha que nos sacó de enfermos,
la tristeza de ver el dolor causado
y los abrazos que nos salvaron.
Somos la revolución
de un pueblo cansado de la ceguera,
que quiere hablar
y se le manda a callar a palos;
no podrán.


Somos:
resultado, fuerza,
dolor, miedo,
pasión,
gritos,
presente,
pasado
y el futuro siempre nuestro.


Hoy, ayer y siempre
somos...tanto
que hoy te miro y no entiendo
quién podría atreverse
a resumirte.

martes, 21 de marzo de 2017

Catástrofe natural

Esta noche has vuelto.
Estabas tan contento
que he creído en las segundas oportunidades
y en las lágrimas verdes,
esperanza.

No he podido más que observarte,
agarrado a tu madera más fiel
que nunca ha dejado de escupirme flores
o regalarle a mis oídos su sentencia
anunciada,
siempre deseada.

Has vuelto...
Y yo no he dejado de mirarte.
No he dejado de sentarme a ver si venías,
con la certeza de lo imposible
que se creía poco probable.

Sí,
la fortaleza de acero
puede quebrarse,
también los ojos le temen
a su propio parpadeo
-puede ser el segundo
en que desaparezcas-.

Y es que hay soles,
como el que tenía esa noche atrincherado
en el sofá del salón,
que brillan incluso después de apagarse,
que se hacen un lugar
allí donde saben que pueden seguir ardiendo.

Voy a versarte los párpados,
perdóname si interrumpo,
para que cada vez que parpadees
suene música,
me des la mano
y me invites a bailar.

Es de día.
Ya no estás.
Y como si la lluvia supiese
que va a acariciarte hoy,
la he visto más decidida
a lloverte
y me ha inundado de envidia
y he deseado ser catástrofe natural.