Páginas

martes, 24 de noviembre de 2015

Vueltas

Hay viajes de vuelta
que en vez de a despedida,
huelen a ganas.
De esos que no terminan,
que hacen suyo un trozo de eternidad
y lo sostienen.

Ganas de ir y volver,
de reír y llorar
o de gritar y callar.
Porque a ganas,
no me ganas.
He aprendido a acariciar
hasta la tristeza,
a contarle que hay color ahí fuera
y que nunca está de más              
ponerse algo de menos.

Viajes de vuelta,
que no se detienen,
con lo bonito que es
ver cómo nos rodea el mundo
mientras estamos ocupados
intentando (des)ocuparnos.

Y de ocupar nunca te hablo,
porque los rincones de corazón
pesan más que cualquier
cuerpo al otro lado de la cama.  

Si me preguntan diré que
sin duda alguna  
fuiste un viaje de vuelta,    
quizá no de una sólo,
sino de vueltas y más vueltas,
pero
a mi vida.
Billete indefinido,
firmado
por aquéllo de más
y abandonado                
por todo lo otro de menos.