A veces siento que me ahogo
cuando te pienso
y te dibujo al otro lado de la cama.
Este saber que no se puede estar más
sin siquiera estar,
Este no atrevimiento a invadirte
por miedo a la entrega
deliberada de a(r)mas.
El saber que somos
sin ser ni un pellizco de nada,
porque (me) ocupas
tantos vacíos
que ya no temo tu huída.
Estás aquí,
aquí,
estás...
Y si no,
te invento.
Te me atraviesas cada noche
a la hora en que la luna me mira
y me recuerda que tú también la ves.
Me lo recuerdan mis manos,
que siguen cerradas
desde que fueron una
junto a las tuyas.
Las olas
del mar y su eternidad
me lo gritan también,
y yo les suplico que te acompañen
hasta aquí.
He trazado rutas
sobre mapas con tu nombre
para escaparme de aquí,
para volar a otro destino
para perderme
sabiendo que me he encontrado.
Pero siempre pierdo el lápiz
(o la razón, quién sabe),
pero siempre acabo en el mismo lugar
(vencida, supongo).