Páginas

lunes, 21 de marzo de 2016

Balas

Tengo una bala atravesada
en mi pecho,
tengo...una bala.  
Y huele a despedida
y a flor marchita
y a dolor  
y a ti,
huele...a ti.      

Dicen que el día que vuelvan
a dispararme de nuevo,
se irá la flor marchita de mi pecho,
pero dicen...y se equivocan.        
Tú,
tan terremoto
y yo
su caótico epicentro.                                

Creo que te grabé            
en mi mundo de acero,
a fuego tan intenso que apenas
me dio tiempo a prepararme.
Hay terremotos que llegan
con lo puesto y sin avisar,
¿sabes?  
(Des)vestidos,                        
aferrados a arrasar(te)
para encontrar así      
su gloria.    

Apuntan y disparan,
sin miedo a no dar en la diana
y se creen vencedores
de su propia batalla.
Y entonces los arrastras,
se agarran a tu espalda,
gritan mudos,
odian amando,
se endulzan amargos.
Ríen. Te han encontrado.

Entonces llega:
humo y pólvora,
gatillo tomando impulso.  
Y sé
que no habrá otra bala,
no la habrá,          
hasta que le baile a la pena
y le entregue mis miedos
o le diga
que ya no,
que hoy disparo yo.